El blues y el tren

 

No es poco común encontrar tanto en el blues como en el jazz referencias varias al ferrocarril. El disco Blue train de John Coltrane, el tópico de la espera del tren que aparece en cualquier letra de adolescente que pretende escribir una canción de rock, el sonido del blues que imita en casi todas las formas de su ritmo la marcha de un tren y cuya armónica se asemeja a la bocina de una locomotora (y su forma de usarse, es algo intencional). El blue, que así es como se llamaron en un principio ambos géneros, crea una cierta mística alrededor del tren, que a su vez es el gran símbolo del progreso.

Podemos entender el progreso de diversas maneras, pero si hablamos del ferrocarril, es inviable no pensar en el asentamiento del capitalismo y del imperialismo. El vapor y el ferrocarril son símbolo de su revolución industrial. Su objetivo principal fue el transporte de mercadería. El transporte de personas siempre estuvo en segundo lugar, no es sustentable un tren pensado para el transporte de personas a menos que sea masivo. Pero como los capitalistas no son tampoco precisamente oráculos, no pueden prever el vínculo que tendrá el oprimido con su obra más allá de lo especulado. El tren, por más símbolo opresivo que sea, sufrió resignificaciones en todas las culturas que cruzó.

El ferrocarril, al encarar la inmensidad y al implicar el transporte, encuentra un punto común para todas las almas y una relación de estas con esa inmensidad. Esta relación escapa al funcionamiento del capitalismo (no es para dejar al margen del recuerdo la aparición de publicidades frente a las ventanas del tren San Martín en la ciudad de Buenos Aires, que al haberse levantado la vía a veinte metros de altura para ahorrar tiempo perdido en las barreras, se le exigió o habrá sido iniciativa del Gobierno de la Ciudad ponerle paneles que taparan la visión de la ciudad desde la altura, tal vez para “cuidar” la intimidad de algunas terrazas) y hasta se diría que obliga al hombre a desconocer el mundo según el funcionamiento de la compra y la venta de bienes ilusorios. La inmensidad y la ilusión son dos cosas que no se llevan muy bien, que se chocan. Es como salir de la carpa de un circo.

El blue habla de ese vínculo, de esa evaporación que ocurre con las ilusiones que sostienen nuestro modo de vida y el trabajo diario. Los bluesman cantaban al tren pero estaban más cerca de la delincuencia y la vida de los placeres que del yugo de una vida que intentaba imponer el progreso. El blue se apropia de esa inmensidad atravesada por las vías, se despega de las ilusiones y habla de ellas con distancia, las pinta, las mira desde otro lugar (el del arte), habla de la relación que tenemos con ellas. Por ello su nombre:  blue (triste), o the blues, que significa melancolía, tristeza… sinónimos de desilusión.

El bluesman es un hombre indomable como el gaucho, el malevo, el compadre o tal vez el cosaco ruso. Estos personajes genéricos siempre tienen, por supuesto, problemas con la ley a distintos niveles. Con la ley del Estado en sí misma puesto que no pretenden vivir de acuerdo a la homogeinización social que por lo menos se pretendía hasta mitad del siglo XX; y por otro lado con las leyes particulares, porque siempre llevan algún delito en su pasado. El Estado intenta constantemente domar a estos individuos, y aquello con lo que lo logra es con la militarización. El patriotismo y la guerra contra España dominaron al gaucho en un principio, luego vino la división del territorio y los sistemas de las estancias que, como ocurrió con la revolución restauradora de Rosas, podían tenerlos no sólo como peones sino además como soldados. Cabe destacar que Jimmy Hendrix (no podemos no incluirlo en el concepto de bluesman) fue arrestado de muy joven y se le hizo elegir entre la cárcel y el ejército, y terminó eligiendo lo segundo.

En fin, el blues acaba por ser una locomotora más, la de la música, con la que podemos atravesar con más facilidad el gran territorio de lo real, de la ausencia de todo lo que creemos predeterminado, asentado, sólido.

 

 

Una cosa más, este tipo sonaba bárbaro…